METODOLOGÍA DE LA COHERENCIA: Aprender pensando, sintiendo y haciendo

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Esta ponencia está basada en la investigación “Metodología online para desarrollar habilidades lúdicas y creativas en estudiantes de pedagogía en educación parvularia” que se realizó para para optar al grado académico de Magister en Educación.

Este estudio, más la experiencia de 19 años trabajando con niñas y niños en diversos talleres presenciales y en el 2020 de manera virtual, más el desarrollo de clases presenciales en el campo de la docencia universitaria en carreras de pedagogía y dos publicaciones que aportan en el desarrollo integral de la infancia, confluyen en esta Metodología de la Coherencia, que busca entregar a educadores de todas las áreas y etapas, una herramienta concreta, llevando a la práctica presencial o virtual, la Pedagogía de la Intencionalidad, que tiene como propósito humanizar la educación.

Para introducir esta propuesta, se comenzará definiendo qué es el comportamiento coherente, Rodríguez (1991) plantea lo siguiente:

Si pudiéramos pensar, sentir y actuar en la misma dirección, si lo que hacemos no nos creara contradicción con lo que sentimos, diríamos que nuestra vida tiene coherencia. Seríamos confiables ante nosotros mismos, aunque no necesariamente confiables para nuestro medio inmediato. Deberíamos lograr esa misma coherencia en la relación con otros tratando a los demás como quisiéramos ser tratados. (p.12)

Las personas que enseñan, modelan el aprendizaje con el ejemplo, por tanto, el contacto consigo mismos es fundamental. Cuando se piensa de una forma, diferente a la que se siente y, se termina haciendo, sin unir la mente con el corazón, se experimenta una sensación de traición, lo que hace que haya un mal trato consigo mismo y, por ende, hacia los demás. Si a eso se le suma que el trato con los otros es diferente a como nos gusta que nos traten, la contradicción que se genera va llevando al resentimiento con uno mismo, con los otros y todo esto se traduce en violencia.

Hasta ahora, en las instituciones donde se enseña educación, se transmiten contenidos, no se aborda el cómo entregar esos contenidos, ni menos se modela, ya que se repite la forma en que cada uno aprendió. No se le da importancia a la formación personal de las maestras o maestro, siendo la raíz del oficio, una persona con herramientas de trabajo personal y conectada a su vocación, impulsará en su quehacer lo mejor de sí, ayudando a otros a desplegar lo mejor de ellos.

Esto no quiere decir que una persona que educa tenga que ser perfecta consigo misma o en la relación con los otros, pero sí alguien en disposición a hacer cada día más consciente de sus actos, puesto que todo lo que realizamos termina en otros y las acciones no se detienen jamás.

En este libro, la coherencia aparecerá en diferentes situaciones, una es la que se expuso anteriormente, es decir, trabajar en la coherencia interna, pensando, sintiendo y haciendo en la misma dirección, desarrollar la coherencia interpersonal, tratando a los otros como nos gusta ser tratados, considerando a la comunidad educativa como el espacio en que llevamos adelante nuestras acciones y además, se va a considerar la coherencia en las experiencias de aprendizaje, puesto que se aprende haciendo, sintiendo y pensando, por tanto, las prácticas que se realicen en el espacio educativo, deben ser completas, no solo intelectuales. Por último, se va a considerar al ser humano como un ser que tiene mundo interno, en la actualidad todo lleva a la externalidad, lo que ha traído consecuencias deshumanizadoras. Esta metodología se basa en la preparación del docente, considerado como un ser que acompaña el aprendizaje, que tiene un mundo interno desde el que puede proyectar lo mejor de sí. 

Actuar con coherencia más que un hecho es una intención, una tendencia que podemos tener presente de manera que nuestra vida se vaya direccionando hacia ese tipo de comportamiento. Es claro que únicamente influyendo en ese medio podremos cambiar parte de nuestra situación. (Rodríguez, 1991, p. 14) 

La invitación es a darle esta dirección a nuestro quehacer educativo, dejar de separar lo que viene desde nuestro interior con lo que ocurre en el medio externo, unirnos internamente, llevar a otros este comportamiento coherente e impulsar un aprendizaje integral para propiciar una educación que nos humanice.

Concepción de lo humano en educación

Marco antropológico – filosófico

Al ser este un escrito enmarcado en las ciencias sociales, se hace necesario definir una concepción de ser humano, desde donde se enfrentará la propuesta. Se ha indicado que se está en un momento histórico donde el paradigma que impera, el sistema neoliberal, no está siendo capaz de dar las respuestas que hoy son ineludibles de abordar. El considerar desde dónde se sitúa la creencia de lo que es ‘lo humano’ es fundamental, por ejemplo, si se cree que el ser humano es competitivo, las formas de construir lo social, serán desde esta mirada, distinto a si se piensa que es colaborativo. Ortega y Gasset (s.f.) en su libro Ideas y Creencias, expone en su primer capítulo el título: ‘Las ideas se tienen; en las creencias se está’ y desarrolla que desde las creencias es que somos de una u otra manera, incluso define que la creencia nos sostiene, por tanto, el paradigma en donde vivimos, no solo influye en nuestro actuar, sino que nos hacer ser. 

El enfoque capitalista en el cual vivimos hoy, define lo humano desde el positivismo, que considera que el conocimiento científico es el único válido, todo debe ser demostrado con un único método, llevando lo práctico a su mayor expresión, poniendo en el centro a la razón y lo medible, dejando de lado la subjetividad. Es así como se deja de lado otros aspectos humanos, valorando solo la razón y no considerando la subjetividad, parte de la diversidad, por tanto, es un criterio que organiza a la sociedad desde la uniformidad, intentando estandarizar todo bajo una definición de desarrollo, que apunta al progreso económico y no social. 

No obstante, aparece el existencialismo como una corriente opuesta al positivismo, que estipula otro enfoque en relación a lo humano. Heidegger (1926), explica que:

La ciencia en general puede definirse como un todo de proposiciones verda‐ deras conectadas entre sí por relaciones de fundamentación. Pero esta definición no es completa ni alcanza a la ciencia en su sentido. En cuanto comportamientos del hombre, las ciencias tienen el modo de ser de este ente (el hombre) (p.22). 

La orientación de esta perspectiva ubica al ser como parte relevante de los estudios, habla de que lo primario no es la teoría, sino la interpretación del individuo en función de esa teoría, dado que el ente no es una parte de un todo, sino que una integridad en sí misma y existe por su relación con el mundo. A su vez, en esta ideología, el ser humano es libre y, por tanto, responsable de sus actos.

Rodríguez (1983), considera estos elementos y desarrolla la corriente de pensamiento del nuevo humanismo, donde entrega una visión acerca de lo humano, definiéndolo como un ser histórico – social capaz de transformarse a sí mismo y a su medio, eliminando la concepción de ‘naturaleza humana’, puesto que éste va más allá de lo natural, dada su intencionalidad, característica que le permite tener una conciencia dinámica donde ésta lanza actos hacia el futuro, superando la inclinación mecanicista. 

Desde ese lugar, Aguilar y Bize (2010), proponen la pedagogía de la intencionalidad, llevando esta filosofía al plano de la educación. Como respuesta a la crisis del positivismo, que se expresa en la forma de enseñar, esta metodología se basará en este enfoque, que pretende avanzar, en dirección hacia un aprendizaje humanizador.

Marco teórico

Una vez establecido el marco antropológico – filosófico de este estudio, se avanzará en determinar algunos elementos fundamentales para su desarrollo. En primer término, se profundizará en el sentido de la educación, desde el pensamiento revisado. 

En la propuesta de Aguilar y Bize (2010), se muestra un camino para que el ser humano despliegue su intención, se considera que si en los primeros años de vida, se generan las huellas adecuadas en el paisaje de formación, luego en la niñez, se equilibran los centros de respuesta (vegetativo, motriz, emotivo e intelectual), en la adolescencia, se podría llegar a un desarrollo del pensamiento superior integral, que permitiría conectar con la vocación, logrando descubrir a qué se vino a este mundo.

Hasta ahora, las políticas han establecido el qué y el cómo de la educación, en función de la razón, pero no el para qué desde el punto de vista de ser humano integral, entonces, no se profundiza sobre el tipo de ser que se quiere habilitar para desarrollarse en este mundo, sino que se busca el desarrollo del mundo por sobre lo humano. 

Para llegar a ese desarrollo del pensamiento integral, se analizará cómo debería propiciarse el aprendizaje. La psicología de la imagen, es el estudio del funcionamiento del psiquismo que ha impulsado el nuevo humanismo, y desde ahí se sitúa la pedagogía de la intencionalidad. Dicha ciencia, basa sus descubrimientos desde la experiencia interna y externa, es así como se indica que el aprendizaje se produce: 

Cuando el dato que sale de memoria llega a conciencia, se traduce en imagen, moviliza centro y va como respuesta (se trate de respuesta intelectual o emotiva o motriz). Cuando este impulso convertido en imagen moviliza centro y centro efectúa, de esa acción del centro se tiene a la vez registro interno. Cuando se establece toda esta realimentación, este feed-back, es cuando la grabación se acentúa. (Rodríguez, s.f. p. 86). 

Es decir, que el aprendizaje es activo, se aprende haciendo, sintiendo y pensado, puesto que se produce cuando se termina de comprender que se aprendió. Dicho de otro modo, entra el dato a memoria por medio de la percepción, se estructura una imagen que sale al medio externo por algún centro (vegetativo, motriz, emotivo o intelectual), esa acción se experimenta a nivel interno, de esta manera se van teniendo experiencias de acierto y error, las que van modificando el comportamiento, produciendo el aprendizaje.

Se hace necesario profundizar en los centros de respuesta, puesto que son fundamentales para comprender los tipos humanos y cómo se debería enfrentar la práctica educativa. Se expondrá un ejemplo para graficar de mejor manera cómo opera su funcionamiento. Un estudiante escucha una melodía que luego debe reproducir, ese dato entra por el sentido del oído, va a memoria que busca los elementos que le indican que eso es música, esa información se va a conciencia que es el coordinador del psiquismo y  traduce ese elemento en una imagen (las imágenes no solo son visuales, tienen relación con los sentidos externos: vista, olfato, tacto, gusto y oído y con los sentidos internos: cenestesia y kinestesia), esa imagen sale al mundo externo por los centros de respuesta: vegetativo, motriz, emotivo e intelectual y esa respuesta, genera una nueva sensación interna.

Las personas tienen tendencias para dar respuestas, si este estudiante fuera vegetativo, y está con sueño, lo más probable es que escucharía la melodía, pero no haría ninguna práctica hasta haber descansado. Si el estudiante tuviera una tendencia motriz, tocaría una y otra vez el instrumento, buscaría otras posibilidades de sonido, crearía nuevas melodías, entre otras acciones. Si el estudiante fuera emotivo y la música lo inspira y lo conecta con una sensación placentera, no dejaría de tocarla, pero si no le gusta, no querría tocarla nunca. Si fuera un estudiante con una tendencia intelectual, revisaría las notas, el ritmo, el tempo, buscaría comprender lo que toca, antes de hacerlo. Estos son ejemplos específicos, ya que hay infinitas opciones, pero se exponen para graficar los tipos humanos según la tendencia de su centro de respuesta.

Hay combinaciones de centros y variadas posibilidades más que las mencionadas, pero en la pedagogía de la intencionalidad se señala que la educación debe aportar en la armonización de los centros de respuesta, es decir, el docente debería propiciar que los estudiantes se habilitaran en los diferentes tipos de respuesta, lo que permitiría el desarrollo integral. Por tanto, se debe atender a la diversidad de personas a las que se enseña y favorecer que los recursos entregados consideren estrategias que colaboren en el adecuado funcionamiento vegetativo, motriz, emotivo e intelectual.

Vigotsky (2009), aporta el concepto de Zona de Desarrollo Próximo, que se refiere a la distancia que hay entre lo que el niño aprende con sus propias capacidades, que sería el nivel de desarrollo real y lo que puede llegar a aprender con la ayuda de un adulto o de un compañero más capaz, lo que sería el nivel de desarrollo potencial. Por tanto, el educador es un mediador que puede colaborar en el aprendizaje integral, reforzando la comprensión de los actos de los estudiantes, valorando el error como parte de su táctica, para que puedan ir tomando conciencia de las experiencias y, debe generar las estrategias que consideren los diferentes centros de respuesta.

Para que estas condiciones se produzcan, Aguilar y Bize (2010) proponen las cinco llaves del aprendizaje, que funcionan como facilitadores para que lo nuevo ocupe su espacio en el psiquismo. Estas son: atención, afecto, buen humor, ambiente y diálogo generacional.

La creatividad combinada con lo lúdico, permite ser flexibles y enfrentar nuevos desafíos, las artes y el juego colaboran en la práctica de estas propuestas, estimulando nuevos caminos. Según, Céspedes (2018), las personas nacen con habilidades que le son inherentes, se traen consigo, entre ellas están las destrezas para el juego, la fantasía y las artes. Niñas y niños, aprenden desde lo lúdico, la creación y la imaginación. Las personas que enseñan, deben estimular estas áreas y enseñar desde el ejemplo, puesto que los infantes imitan lo que ven. En este sentido, el contacto con las diferentes disciplinas artísticas, puede colaborar en la innovación que requieren para implementar su práctica educativa y lograr generar las conexiones neuronales que se necesitan, para ir integrando los aprendizajes, como experiencias que construyen la sensibilidad adecuada para avanzar en el camino de los siguientes años. De esta manera, se puede contribuir en los peldaños del sentido que se le ha dado a la educación, donde se busca llegar al conocimiento de los propios talentos para ponerlos al servicio de lo humano. Es relevante precisar que no se pretende instalar un método para que todas las personas sean artistas, sino más bien, estás son un medio, una herramienta pedagógica.

Se ha expuesto que el ser humano es capaz de transformarse a sí mismo y a su medio, que tiene una intencionalidad, que aprende haciendo, sintiendo y pensando y que cuando tiene el registro interno de los aciertos y errores, comprende y modifica su comportamiento. Se ha señalado que el educador es el mediador que colabora en este aprendizaje, reforzando la comprensión de los actos, valorando el error como estrategia y colaborando en que los estudiantes tomen conciencia de sus experiencias, por medio de la creatividad y la capacidad lúdica, utilizando las cinco llaves del aprendizaje y en el caso de la primera infancia, generando las condiciones apropiadas para su paisaje de formación. Es el que genera las atmósferas, propicia el desenvolvimiento vegetativo, motriz, emotivo e intelectual y los lenguajes artísticos aportan en estas características, desde la inspiración. Por tanto, considerando lo revisado, la metodología, debe establecer elementos externos e internos.

Dado lo anterior, se expondrá qué aspectos se consideraron para crear la metodología de la coherencia:

Aspectos externos: 

1. Modelo formativo de la institución.

2. Perfil del estudiante. 

3. Contexto de los estudiantes.

4. Las diferentes áreas con que se relaciona la asignatura.

5. Objetivos.

6. Los contenidos y resultados de aprendizaje de cada asignatura.

7. Los recursos con los que se cuenta para implementar la asignatura, considerando un modelo de clase presencial o un entorno virtual de aprendizaje.

8. Las respuestas que van mostrando los estudiantes en el transcurso de la experiencia pedagógica.

9. Disponibilidad técnica en el caso de clases a distancia.

Aspectos internos:

1. Tono adecuado con una preparación previa del docente antes de dar las clases presenciales o sincrónicas, en el caso de la virtualidad, o al realizar la elaboración de los recursos y materiales. Se debe considerar el ambiente en que se ejecutan estas labores y la tranquilidad necesaria para abordarlas. 

2. Permanencia por medio de una estrategia para no perder el norte del propósito y una táctica que orienta el trabajo clase a clase.

3. Pulcritud en el sentido amplio, en cómo se establecen las relaciones, la forma de trabajo, las experiencias de aprendizaje, las retroalimentaciones y la valoración del proceso. Además, para desarrollar este tema, se deben utilizar las cinco llaves del aprendizaje (atención, afecto, buen humor, ambiente y diálogo generacional)

4. Recursos que habilitan los diferentes centros de respuesta (vegetativo, motriz, emotivo e intelectual)

5. Valoración del error como estrategia de aprendizaje, realizando retroalimentación de cada trabajo antes de ser evaluado y permitiendo las repeticiones en caso de ser necesario. Lo que genera la creación de una estructura de enseñanza- aprendizaje – evaluación, sin ser ésta última, algo diferenciado del proceso.

6. Estrategias que permiten la transformación de sí y de su medio.

7. Generación de experiencias internas, donde los estudiantes tomen contacto con sus registros internos.

8. Flexibilidad, capacidad de modificar lo propuesto en pos de cumplir los objetivos y resultados de aprendizaje, considerando que los procesos son dinámicos.

La metodología de enseñanza – aprendizaje – evaluación, debe organizar estos elementos junto con establecer estrategias que desembocan en actividades lúdicas y creativas para modelar el aprendizaje, por tanto, los recursos y materiales deben ser diversos y al ser clases a distancia, se debe considerar que el tiempo y el espacio toman distintas formas, por lo que la flexibilidad es muy necesaria, para propiciar también el trabajo autónomo de los estudiantes, considerando la diversidad de realidades y de aprendizajes.


 

Referencias Bibliográficas

Aguilar, M., & Rebeca, B. (2010). Pedagogía de la Intencionalidad. Santiago: Virtual Ediciones.

Céspedes, A. (2018). Charla sobre neurociencias y educación. Jornadas Trasandinas de Educación. Santiago.

Heidegger, M. (1926). Ser y Tiempo. S/E.

Ortega y Gasset, J. (s.f.). Ideas y Creencias. S/E.

Rodríguez, M. (1991). Cartas a mis amigos. Mendoza: S/E.

Vigotzky, L. (2009). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Biblioteca de Bolsillo.

 

Más información: 

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